Reformar la vivienda puede llegar a ser la
peor de nuestras pesadillas si caemos en las manos del contratista equivocado y
no tomamos una serie de precauciones, tales como contar con un presupuesto
cerrado, con una medición detallada de toda la reforma que se va a ejecutar y
la calidad de los materiales (memoria de calidades) así como suscribir un
contrato de obra en el que
conste como mínimo la fecha de inicio y fin de las obras, la forma de pago,
supeditada al cumplimiento del calendario de trabajos, una penalidad para el
supuesto de retraso y un plazo de garantía por los trabajos mal ejecutados.
Conviene
cerciorarse que la licencia municipal esté concedida antes de comenzar la obra
y que todo el personal que trabaje en la misma tenga su documentación en regla
y sea dado de alta en la Seguridad Social.
A la hora de
ejecutar los pagos parciales, exija una factura en el que se especifique con
detalle las mediciones y unidades de obra que se están abonando a la cual
deberá añadirle el IVA correspondiente, al objeto que no pueda impedirle
realizar una reclamación por temor a una denuncia por fraude de IVA y por
supuesto al menor síntoma de retraso o mala ejecución de los trabajos paralice
los pagos, realice fotografías, levante un acta notarial y exija por escrito, a
ser posible a través de burofax, el correcto cumplimiento de lo pactado, en el
contrato de manera que pueda contar con prueba a su favor sobre la mala praxis
del contratista.
Y para el
supuesto que las anteriores medidas no sirvan para reconducir la situación, no
espere mucho más tiempo y proceda a notificarle igualmente por escrito (burofax
o carta por conducto notarial), la resolución del contrato por incumplimiento,
toda vez que al menos podrá recuperar la posesión de la obra y exigirles
posteriormente una indemnización por daños y perjuicios.
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