En
mi experiencia, las situaciones de conflicto más frecuentes durante la
ejecución una obra son las siguientes:
1)
La aparición de trabajos necesarios y no especificados en el contrato o la
falta de definición del proyecto.
2)
Las modificaciones sustanciales del proyecto una vez iniciado el proceso
constructivo.
3)
Necesidad de cambiar los métodos constructivos previstos para adaptarse a la
realidad del entorno o características del terreno.
4)
Modificación de las calidades proyectadas y recogidas en la memoria del
contrato.
5)
Paralización de los trabajos a la espera de una decisión del proyectista.
6)
Gastos generados como consecuencia de la paralización de la obra por orden de
la administración.
7)
Retraso en los plazos de ejecución como consecuencia de la interferencia con
trabajos de terceros o por un suministro tardío o equivocado de equipos o
elementos del proyecto.
9)
Diferencias de interpretación del contrato ente la propiedad, dirección
facultativa y contratista.
10)
Aparición de defectos o patologías constructivas o la falta de atención de los
repasos como consecuencia de defectos de terminación.
Para
reducir o atenuar estos posibles conflictos, además de redactar un buen
contrato de obra que prevea o anticipe las posibles soluciones a todas estas
incidencias, recomendamos la implementación de un sistema de
información riguroso y periódico con el contratista, así como la inmediata
comunicación escrita con acuse de recibo de cualquier hecho que pudiera alterar
el cumplimiento del contrato con el objeto de contar en el futuro con una buena
base probatoria.
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